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La reacción del proceso nacionalizador tras el 98 español: el Estado despierta de su letargo

Este es el título que le puse en su día al trabajo académico dirigido en el que he estado trabajando todo el curso pasado y que estoy acabando en estos días. Ha sido un proceso largo, pesado en ocasiones, y que me ha dado más de un quebradero de cabeza, pero creo que estoy orgulloso del resultado final. Puedo decir que el esfuerzo ha merecido la pena.

He prometido que actualizaría antes de irme a Juarros, así que me gustó la idea de mostrar en esta nueva entrada lo que es una pequeña introducción del trabajo en el que estoy inmerso, la cual algunos ya han leido. Es una introducción y a la vez un breve resumen de lo que es el desarrollo del trabajo, por lo que servirá para entender de qué va exactamente la temática y la hipótesis que me planteé en su día.

Y sí, espero actualizar cada mucho menos tiempo y llevar el blog al día. Con que me lean un par de personas me doy por satisfecho =)

"Ha sido objeto de numerosos estudios el papel que desempeñó el nuevo estado liberal en España al iniciarse el siglo XIX, el llamado siglo de los nacionalismos. Los liberales de Cádiz habían construido la nación española mientras luchaban contra los franceses, aunque poco después la vuelta de Fernando VII al trono español frustró sus ambiciosos proyectos. No sería hasta los años treinta, tras un pacto entre las elites, cuando comenzaría a asentarse la construcción de un estado sólido, reorganizado territorial y administrativamente, y de carácter liberal. Y se hacía sobre la base del proyecto frustrado de los liberales de Cádiz, muchos de los cuales estaban también ahora presentes. El Estado se empezaba a organizar y recorría sus primeros pasos, si bien parecía tener el futuro hipotecado con una guerra civil que parecía no tener fin. El Estado español iniciaba su andadura, y sus constructores sabían que la legitimidad de éste dependía en gran parte del apego y la identificación que los ciudadanos sintieran hacia el nuevo Estado y sus instituciones, es decir, necesitaban crear ciudadanos españoles, por lo que era imprescindible un proceso de nacionalización.

Muchos autores han profundizado en esta dirección, haciendo alusión a la poca preocupación que el estado mostró en todo momento por patrocinar esa nacionalización, la cual procedía, en su mayor parte, desde elementos privados o semiprivados, como argumenta José Álvarez Junco. Hay que tener en cuenta numerosas debilidades del estado liberal, como eran la pésima red de comunicaciones que existía en España, que sólo se empezó a impulsar desde los años cuarenta (lo cual hacía un flaco favor a la comunicación del país y a la nacionalización de sus habitantes) o la debilidad económica del país debido a la pérdida de los territorios americanos en los años veinte, así como las guerras civiles que se sucedieron durante todo el siglo.

Se puede decir que hacia 1875 los intelectuales (y no el estado) habían conseguido crear una cierta estructura cultural definida como puramente española y relacionada, teóricamente, con el pasado de España. En esa estructura podemos incluir elementos como la literatura, la música o la arquitectura. Sin embargo eso no fue suficiente para que el proceso nacionalizador triunfase como había sucedido en otros países. Era necesario un proceso de socialización de la identidad nacional entre los ciudadanos. A ello se sumaba los déficits en educación, el elitismo del ejército o la falta de monumentos o símbolos de carácter nacional que aunaran a los españoles y les hicieran sentirse parte de una patria común. El edificio del estado había sido estructurado a través de diferentes leyes y corpus legislativos que habían organizado territorialmente a España en provincias, la habían homogeneizado jurídicamente (acabando con el caótico enjambre de leyes provenientes del Antiguo Régimen) y también en términos fiscales, entre otras cosas. Sin embargo, el Estado se encontraba bastante deslegitimado debido a la constante crisis e inestabilidad política que sufrió a lo largo de todo el siglo XIX, con numerosos cambios de gobierno en muy poco tiempo, revoluciones e incluso cambios de regímenes, como sucedió en 1873 con la proclamación de la República, poco tiempo después de haber derrocado a la monarquía isabelina. Hay que añadir, además, que algunos elementos antiguos pervivían en la realidad del país, como el localismo que reinaba en muchos puntos del territorio vinculado a los antiguos poderes locales que seguían ejerciendo el poder a través del caciquismo, un mal que estuvo presente en España hasta bien entrado el siglo XX.

Otro tema es la teoría que defiende Borja de Riquer sobre la gran consecuencia que tuvo esa crisis de penetración del estado-nacional entre la conciencia de los españoles; esta sería el desarrollo y madurez de los llamados nacionalismos periféricos, asentados sobre la lealtad a una identidad cultural propia que, desde finales de siglo, va apareciendo como opuesta a la identidad nacional española, precisamente por la debilidad y escaso éxito que el proyecto españolista tuvo en regiones como Cataluña o el País Vasco, donde además percibían que se sentían marginados en las instituciones representativas del poder a nivel estatal y donde la castellanización de la cultura oficial del estado era percibida como una afrenta hacia su propia identidad y su propia cultura.


 
                                  Celebración del Dos de Mayo en Madrid. 1908.

Al punto que se debe llegar con este discurso no es otro que al elemento culminante del siglo XIX español: la crisis del 98 en torno a la pérdida de las últimas colonias en posesión de la monarquía española. Especialmente trágica parecía la pérdida de Cuba, que produjo el lamento regeneracionista, de carácter fundamentalmente intelectual. No tuvo consecuencias políticas ni económicas inmediatas en el régimen de la Restauración, pero sin duda marca un antes y un después, siendo el punto de partida del momento en que el régimen canovista, corrompido, iniciaba una caída, marcada por la irracionalidad del mismo, que aún duraría más de veinte años. Una época lastrada por una fuerte inestabilidad política y por conflictos internos tan graves como la Semana Trágica barcelonesa en torno a la guerra de África, lo cual creó un anti-militarismo fuerte entre la sociedad, que parecía fracturarse. La deslegitimación del régimen crecía; sin embargo, no surgieron alternativas fuertes capaces de derribar e imponerse al sistema obsoleto de la Restauración. Para algunos autores fue la gran ocasión perdida por socialistas y republicanos.

Parecía que el 98 despertó de su letargo al Estado, que sentiría entonces la gran necesidad de reforzar la identidad nacional de sus ciudadanos, quizás en gran parte por el impulso que tomaron los nacionalismos no españoles tras el 98, alcanzando su madurez y estableciendo planteamientos totalmente nacionalistas, los cuales habían evolucionado, sobre todo en Cataluña, desde planteamientos regionalistas y autonomistas, analizados por Juan Pablo Fusi. 

Por ello el interés del presente trabajo se concentrará en los elementos culturales con los que se pretende demostrar que, efectivamente, existió una reacción por parte del Estado en su preocupación por llevar a cabo un proceso (real y efectivo) de nacionalización de las masas, que seguramente llegaba tarde debido al despegue de los nacionalismos antes mencionado. Estos elementos son la bandera, el himno, las ceremonias conmemorativas, los festejos, los monumentos, símbolos, ritos, lugares de memoria o la educación. El período de tiempo a abarcar será el primer tercio del siglo XX, sin llegar a entrar en la complejidad política, cultural, económica y social que supuso el desarrollo de la II República española. Por tanto, el marco político en el que se va a desarrollar la mayor parte del ensayo será el reinado de Alfonso XIII, incluyendo de esta forma la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo no se perderá de vista el ámbito tanto político como social y cultural que he trazado anteriormente de una forma muy sintetizada, pues considero que es fundamental para entender el antes y el después del proceso nacionalizador del Estado y la conciencia de la identidad nacional entre los españoles en torno a 1898, verdadera piedra angular del análisis".


Álvaro Moreno Egido














Comentarios

  1. Si que le estás sacando partido al TAD...

    Y mójate un poco y danos tu opinión, que asi no vamos a poder criticarte!! =)

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  2. Anda, despues de todas las horas que le he echado pues hay que sacarle partido jajaja. Mi opinion de que?

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  3. Me has dejado con ganas de leerme el trabajo, ya me lo pasarás (y eso es muucho eeh, q a mí estos temas me suelen aburrir un poco XD)

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